viernes, 3 de septiembre de 2010

Diseña una divertida lámpara con envases de yogur

El contenedor amarillo puede esperar. Os vamos a proponer una alternativa para reutilizar los envases de plástico vacíos de yogur, flan, natillas o cualquier otro tipo de postres: convertirlos en una fantástica y jovial lámpara de diseño. Para ello, tendremos que ir recolectando los envases, pongamos de yogur, necesarios para obtener la lámpara del tamaño que deseemos. También podemos elegir el diseño de colores que deseemos proporcionar a nuestra obra reciclada. El primer paso, fundamental para evitar malos olores, es limpiar bien los envases y secarlos. A continuación, efectuaremos cuatro agujeros a cada lado de la parte superior de cada recipiente seleccionado y comenzaremos a unirlos hasta dar forma a la lámpara. Para ello, tomaremos dos envases de yogur y le pasaremos una argolla metálica por uno de sus lados, de forma que queden unidos el lado de uno con el de otro. Cerramos bien la argolla para afianzar la sujeción. Y seguiremos este procedimiento hasta terminar el trabajo.
Es preferible hacer primero unas tiras de envases -cuantos más envases tengan las tiras, más alargado será el objeto final- y después unirlas entre sí con las argollas hasta ‘cerrar’ la lámpara. A mayor número de tiras, mayor diámetro el de la lámpara. Si buscamos hacer una lámpara de mesa será necesario reutilizar también algún porta-lámparas viejo en el que unir el cuerpo principal de envases.
Es posible que alguno se pregunte si los envases no se derretirán por efecto del calor que desprende la bombilla. En principio, hay que procurar que el interior de la lámpara sea suficientemente espacioso para evitar improbables sustos. Sustos que sin duda sortearemos si seguimos haciendo  gala de espíritu ecológico y utilizamos bombillas de bajo consumo, mucho menos calurosas que las convencionales -además de mucho más longevas y eficientes-.

Material necesario:
-Envases de plástico de yogur, flan, natilla u otros postres similares.
-Argollas de alambre
-Clavo o punzón
-Porta lámparas viejo

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lecciones desde Cairo: reciclaje masivo

A pesar de las precarias condiciones en las que vive la mayoría de la población en esta ciudad, o quizá precisamente debido a ellas, la capital egipcia logra la recolección y posterior reciclaje de entre el 80% y el 90%  de las más de 7,000 toneladas de basura que se generan diariamente.
Con sus 18 millones de habitantes, el Cairo supera a la mayoría de las grandes capitales desarrolladas de Estados Unidos y Europa en cuanto a porcentaje de recolección y reciclaje se refiere- Esto se debe gracias a un tradicional “oficio” de recolectores, que levantan la basura y la venden a diversos centros de reciclaje, Gracias a ello, más de sesenta mil habitantes generan ingresos suficientes para vivir en el Cairo.
En 2003 el gobierno egipcio intento formalizar su sistema de recolección, contratando a empresas privadas. Sin embargo más del 80% de la basura que se recicla sigue proviniendo de manos de las masivas cuadrillas de los Zabbaleen (“gente de la basura” en árabe), como se les conoce a los recolectores. A pesar de esta labor es importante destacar que aún así el cairo es conocida como una de las ciudades más sucias en el mundo, debido a la cantidad de residuos que no son reutilizables y que al no tener ningun valor dejan de ser recolectados por los Zabbaleen.
Y aunque resulta un tanto paradójico el que quizá la necesidad por sobrevivir de una población socioeconómicamente vulnerable es lo que impulsa este mecanismo de reciclaje, lo cierto es que la efectividad y los resultados que arroja debieran de reconocerse, e incluso admirarse, por decenas de naciones que aún desprecian la recolección de basura dentro de sus proyectos urbanistas.

Consejo para reducir el consumo de bolsas plásticas y envases

A pesar de las prohibiciones y normativas que se han desarrollado en los últimos años en diferentes lugares del globo, el uso de bolsas plásticas continúa siendo un problema para el medio ambiente. Diariamente, en el mundo se utilizan millones de estos materiales que tardan cerca de 200 años en degradarse.
Pero no sólo debemos culpar a las bolsas de esta problemática. Los envases (como contenedores de comida y alimentos) y envoltorios en los que se presentan ciertos productos también generan toneladas de basura por día que deterioran al medio ambiente. Si bien en parte esto excede a la responsabilidad de los ciudadanos y su reducción debería planificarse en la producción, lo cierto es que esto sucede en pocos casos y el cambio depende en gran medida del aporte de cada individuo.
En este post te brindamos algunos consejos para que reduzcas el consumo de bolsas y envases. Se tratan de opciones sencillas, al alcance de todos y que pueden ser de gran ayuda en la reducción de desechos y su contaminación.

Cómo reducir el uso de bolsas:

Cuando surge el debate acerca de las bolsas plásticas muchos sostienen que es imposible reducir su consumo ya que allí arrojan su basura. Este punto es el más problemático ya que efectivamente es necesario disponer de un contenedor en donde depositar los residuos. Si bien darle esta utilidad no está del todo mal, una buena opción puede ser asegurase de que los desechos sean arrojados en aquellas que son biodegradables o elaboradas con plástico reciclado. Su impacto en el medio ambiente es notoriamente inferior al de una bolsa común.
Pero hay otros usos cotidianos en los que efectivamente, y de manera sencilla, podemos reducir el consumo de bolsas:
-Ir al supermercado con bolsas reutilizables (por ejemplo de tela), o los changuitos especialmente diseñados para hacer las compras.
-Usar bolsas de tela o de papel para transportar el pan.
-Asegurarse de que el comercio en el que se consumo cumple con las normativas establecidas y otorga bolsas oxibiodegradable.
-Guardar o transportar alimentos en tapers. No es necesario que todo lo que se consuma sea depositado en una bolsa.

Cómo reducir el uso de envases

Si bien como explicamos más arriba es necesario que las empresas desarrollen para sus productos envases fabricados con materiales que no dañen al medio ambiente, además de no utilizar de manera innecesaria envoltorios excesivos en relación a lo que contienen (podés leer este post que es un claro ejemplo sobre el problema), lo cierto es que cada individuo también puede aportar en esta reducción:
-Evitar comprar botellas: es posible transportar éste líquido en termos, cantimploras o reutilizar una botella. Así, además de ahorrar dinero, se puede ayudar al medio ambiente.
-No consumir productos que vienen en grandes envoltorios de manera innecesaria. Por ejemplo, ¿por qué comprar huevos en contenedores de plástico si bien pueden adquirirse envueltos en diarios?
-Optar por el producto que viene en packaging ecológico: a la hora de elegir entre una u otra opción siempre hay que considerar aquella que se desarrolla de manera más amigable con el ambiente.
-Reutilizar: muchas veces se puede guardar los envases y darles otro uso en el hogar, por ejemplo hay cajas de cartón o plástico que pueden ser de gran utilidad para depositar cualquier tipo de elementos.
-Reciclar: si el envase u envoltorio no sirve, acordarse de reciclar y depositarlo dentro de los residuos secos, las cooperativas u organismos encargados se ocuparán de darle otra utilidad.
En relación a los envoltorios, también es posible reducir haciendo creaciones propias, sin necesidad de consumir nuevos materiales.
Implementando estas opciones se puede empezar a incorporar hábitos más amigables con el ambiente.
No te olvides que tu aporte suma:
¡Vos podés hacer la diferencia para lograr un planeta menos contaminado!

La isla de la basura en el Océano Pacífico

Como un fiel reflejo de la filosofía de Estados Unidos y muchos otros países frente a la basura, la clásica estrategia de guardar lo que no se quiere ver bajo la alfombra, a pesar de que eventualmente respiremos y convivamos espacialmente con ese deshecho oculto en la conciencia de nuestro hogar, emerge en el Océano Pacífico un monumental deposito de basura conocido como el “Vórtice de plástico”.
Este lugar, cuya extensión es de 692,000 km/2, superando así el tamaño de países como Francia o España, esta ubicado en una isla entre Hawai y la costa oeste de Estados Unidos. Pero lo más patético es que esta “isla de la basura” ni siquiera es un deposito pre planeado para albergar masivos deshechos, sino que los restos de plástico y basura se concentran en una zona debido a un movimiento circular de las corrientes ecuatoriales que gira en dirección de las manecillas del reloj, cerca de las islas Hawai. Es decir este colosal deposito se alimenta de basura que es arrojada en aguas de Norteamérica y del sureste asiático.
Hace un año, con el apoyo del Instituto Scripps de Oceanografía, un grupo de científicos y ambientalistas iniciaron una expedición con los barcos New Horizon de Scripps en San Diego y el Kaisei de San Francisco para evaluar el impacto del “vortex” en la vida marina del Océano Pacífico. La evaluación confirmo que es altamente nociva la presencia de este “Vórtice de plástico” ya que no sólo muchas especies confunden las bolsas de plástico por medusas, sino además, en la medida en la que el plástico se cocina con el sol del océano se despide toxinas al mar que afectan la vida animal y que eventualmente repercuten de manera importante en la atmósfera planetaria.